Después de años de largos viajes, el barón Münchhausen y su criado Kuchenreutter regresan a la mansión familiar, pero por poco tiempo. Pronto emprenden viaje a San Petersburgo, donde el barón conoce a la zarina Katharina, y se bate en duelo con el celoso Potemkim; además, el diabólico Cagliostro le concede el don de la eterna juventud. Después, parte a luchar contra los turcos, rescata a la princesa Isabella, cautiva en la corte de Abdul-Hamid, y huye con ella a Venecia, desde donde viajará a la Luna.